Eran las siete en punto de la tarde. Ella había vuelto al sitio donde todo pasó. La calle estaba abarrotada de gente, en ese momento era incapaz de pensar con claridad, pero una cosa tenía clara. Ahí, en ese banco, empezó todo. Miraba a su alrededor y recordaba cosas que pensó que ya había olvidado. Pero, ¿cómo olvidar esos ojos tan negros y grandes? era imposible no perderse en su mirada. Muchas veces se sintió hipnotizada por ellos. Su mirada era veneno para ella, en ese momento sólo era una niña que jugaba a enamorarse. El que se enamoraba primero perdía. Y perdió, normal, ella era sensible, frágil, como una muñeca de porcelana. Su muñeca de porcelana, eso es lo que él le decía cuando amanecían juntos.
-¡No puede ser!- gritó- ¿Cómo es posible?- pensó -.
Estaba lejos, pero aún así le reconoció. Evidentemente, había soñado miles de veces con él desde el último encuentro.
Estaba muy nerviosa, realmente nerviosa, como nunca antes había estado. Temblaba entera, sobre todo sus piernas, temía que podía caerse. La boca la tenía casi completamente seca y su ritmo cardíaco había acelerado. Sentía que el corazón se le podía salir del pecho en cualquier momento. Él se acercó, tanto que pasó por su lado sin apenas mirarla.
¿Qué estaba pasando?, ¿de verdad después de todo ni si quiera era capaz de reconocerla?
Continuará..
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