
Carol consiguió tranquilizarla y se quedó a dormir con ella. Se le rompía el corazón en pedazos cada vez que a April se le caía una lágrima. No era capaz de entender cómo le pudo pasar algo así a ella. Ella, que era una chica ejemplar. Seguramente su madre tampoco lo entendió, siempre estubo muy orgullosa de ella. Normal, era la hija perfecta, nunca le dio ningún disgusto. Al día siguente cuado April se levantó tenía los ojos hinchadísimos de tanto llorar.
- Joder, ¿por qué me tiene que pasar a mí todo?
- No te preocupes, a todo el mundo le pasa. Los hombres dan asco, sólo piensan en ellos mismos. Van por ahí rompiendo corazones y luego ni si quiera se acuerdan de tu cara, como te pasó a ti. Se creen que solo eisten ellos y nadie más. Quieren sentirse amador al cien por cien pero nunca se molestan en amar. Esperan mucho de nosotras, pero no nos dan nada a cambio.
- Sabes que él no es así, sabes que me amó.
- Sí, claro. Por eso pasó por tu lado y ni te reconoció. Joder, que la gente tampoco puede cambiar tanto en cuatro años.
- A lo mejor me reconoció pero no me quiso decir nada.
- O a lo mejor era su hermano gemelo del que nunca te ha hablado, ¿no? - Joder, puede ser- dijo April, acto seguido se empezaron a reír las dos como en los viejos tiempos-.
- ¿Y si le buscamos?- preguntó Carol de repente, asustándola-.
- Lo pensé. Pero, ¿y qué le digo?
- Pues lo que pasó, se lo tienes que contar tarde o temprano. Quieras o no es el padre de tu hija.
- Mi hija ya tiene padre, a mí. Soy su madre, su padre y todo lo que haga falta.
4 comentarios:
Que bonito !!!:)
Un beso
Me encanta! Sobretodo la última frase!
Tienes un premio esperando en mi blog ^^
Que complicado es tu texto...
Seguro que esa hija estara orgullosa de su madre :)
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